viernes, 28 de octubre de 2011

Noviembre

No me gustan las celebraciones impuestas. El día de la madre, el día del padre, el día de...Parece que si no entras en la corriente que arrastra a todos, eres un bicho raro. Además, si no haces o recibes un regalito, ¡ay!, te queda un remusguillo ahí dando guerra. Si lo haces, te sientes idiota por haber picado en el reclamo comercial; y si no, también te sientes incómodo pensando en si la persona que esperaba algo, se va a sentir decepcionada.

Tampoco me gusta el día de Todos los Santos. Los cementerios, que ya suelen ser bastante feos en general, sobre todo en las ciudades grandes, parecen una romería, una competición.

Voy todas las semanas al cementerio, o como mucho cada dos semanas, pero ese día, no. Renuevo las plantas, limpio, lloro y me desahogo. Hay cipreses, un olivo y gorriones en los huecos de la pared. Es un cementerio pequeño, de pueblo, en un paisaje en calma, con un campo de girasoles al lado. Me gusta pensar que algo queda allí de quien tanto quiero.


1 comentario:

  1. tus relatos tienen la capacidad de hipnotizarme, me doy cuenta que leyendo a veces me quedo boquiabierto… o como se diga :)

    Lore

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