lunes, 17 de octubre de 2011

Pequeños placeres

Estás sola en casa, porque quieres. No hablo de la soledad impuesta,  irremediable, porque te faltan familia o amigos, sino la buscada. Quieres un ratito para ti sola: tumbarte en el sofá sin hacer nada, casi con la mente en blanco, aprovechar para arreglarte con toda la calma del mundo, mirar cada poro de tu cara o de tu cuerpo con el espejo de aumento, arrancar el casi invisible pelo que sale donde no toca, lavarte el pelo con total lentitud, leer el capítulo que te falta o el periódico que te quedó atrasado...Te prometes a ti misma que vas a hacer esto al menos cada dos semanas..o una vez al mes...

Luego, es como cuando vas al gimnasio. Al salir, estás tan a gusto contigo misma, aunque molida, que te aseguras que lo vas a repetir todas las semanas, pero la vida de cada día te acucia...Y pasa otro mes sin volver.

 Parecido a cuando eras joven y te quedabas sola en casa de tus padres. De repente,  te parecía  que eras independiente y tenías la vida resuelta. Solo un espejismo. Breve, pero placentero, como la soledad buscada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario