Partimos de la base de que todo
lector tiene derecho a interpretar un libro como mejor le plazca; y mucho más,
un director de teatro.
Acabo de asistir a la
representación, en el Teatre Lliure de
Barcelona, de El Caballero de Olmedo y he sentido cierta
decepción porque no he visto a Lope de Vega por casi ningún sitio. Es verdad
que lo andaluz- las palmas, las cajas, el cante- dan mucho juego en el
escenario porque son de una gran belleza plástica y sensorial, pero ¿ qué hace
un "gracioso" castellano hablando con acento andaluz? El bobo de las
comedias de Lope es simple, bruto, seco a veces. ¿ Por qué acudir al tópico?
El negro presagio de la tragedia
que le espera al caballero, cantado como un quejido, de nuevo andaluz...qué
distinto de la polifonía de la canción popular con la que comienza la obra y
que prometía otra cosa.
Es como si igualas una procesión
sevillana y una castellana. Las dos son procesiones, sí, pero qué distinto espíritu
las preside.