martes, 11 de octubre de 2011

Conocer y reconocer

Cuando oímos una música, leemos un libro o vemos un cuadro, una escultura, un edificio o una persona por primera vez, nos puede gustar, emocionar, estimular el deseo de saber más acerca de ello o dejarnos indiferentes.

¡Qué distinta sensación cuando reconocemos algo que previamente habíamos gustado! El placer estético del reconocimiento es, a veces, mayor que el del conocimiento porque, además, nos hace partícipes de un grupo de iniciados. Como esos guiños de algún autor en su texto al que incorpora alguna frase cuyo origen sólo algunos captan y que está ahí, precisamente, para eso. Es una comunicación diferente con el lector. O cuando reconocemos una música o un olor que activa nuestra memoria con una intensidad que ningún otro sentido puede igualar.

El deseo de conocer aguijona la vida y el de reconocer nos ancla en las experiencias vividas.

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