Hace calor aún. La mayoría se queja. También en julio, cuando el calor no acababa de llegar. Nuestro interior se remueve cuando aparece algo diferente. Y nos ponemos nerviosos.
El cambio de estaciones, como las cosas de que nos rodeamos nos dan seguridad. Todo está en su sitio y es lo que toca. Llenamos nuestras casas de cosas absolutamente prescindibles; solo algunas significan algo que dejó huella. A nuestro alrededor todo está pensado para no dejarnos en soledad.
Nos agarramos a la costumbre y a las cosas para evitar el vértigo de la nada.
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