martes, 20 de junio de 2017

Campos

Ya no hay amapolas ni flores amarillas en los bordes de los caminos. Los pocos dientes de león que se atreven a salir están pálidos, cenicientos, agotados. 
En los campos, la siega ya está hecha y las pacas, como abandonadas al azar por mano caprichosa, dibujan un paisaje más propio de agosto que de ahora.
Sólo resisten los cañaverales, algún pequeño maizal y los girasoles, menguados por falta de agua, pero brillantes, relucientes y bellísimos al sol, implacable.
Los olivos, casi grises y los álamos, blancos, las hojas aleteando con la escasa brisa del atardecer.
Junio abrasador.

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