Las noticias se suceden y nos
sentimos, como casi siempre, estafados.
Se nos repite como una cantinela
cansina que hay que recortar gastos; pero, ¿cuánto nos cuestan los
parlamentarios españoles de 17 comunidades? ¡Qué despilfarro!
Hay que recortar, sí, pero el
gasto público, y de eso no se habla en absoluto. Y otro tal sucede con los
ayuntamientos.
Y de los asesores…cargos a dedo en
todos los sectores, que deberían ser algo excepcional y temporal en algún caso,
e inadmisible en todos los demás. Se nombra para un puesto a alguien que se
supone sabe de qué va su cometido, e inmediatamente se rodea de asesores, por
supuesto, no funcionarios que probablemente sabrían más y no van y vienen como
los políticos y que, además, no costarían más a las arcas públicas. Si ese
cargo recién nombrado, necesita expertos a su lado, es que no sabe y, por
tanto, no debería haber sido nombrado para esa responsabilidad.
Ítem más: un diputado cualquiera
se enfada con su partido y se va del mismo. ¡Ah!, pero no deja su escaño, no,
se va al grupo “mixto” o “independiente”…todo por no dejar su sillón. Pero le
votaron en una lista cerrada, votaron al partido, no a su persona, por lo que
obligatoriamente debería dejar sus privilegios. Con listas abiertas no pasaría.
Control, control y más control del
gasto público. Exigencia de responsabilidades y devolución del dinero
malversado, que aquí nadie devuelve nada. Y vergüenza .
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