miércoles, 5 de marzo de 2014

Menorca


Despunta la primavera en las flores amarillas de los caminos, las acículas y el polen de los pinos, el azul de las flores de romero, las hojas nuevas de las encinas. Y los acebuches, por doquier.

Las paredes "secas", como llaman a las medianeras de los predios, hechas por mano experta, como un rompecabezas, encajadas, sin argamasa, de color ocre, bellísimas.

Los tejados pintados de blanco de las casas de Binibeca.

La vista desde el santuario de la virgen de Toro es espéndida: cala Fornells, Mallorca, la planicie y las viejas montañas del Norte.

La bahía de Mahón, las escaleras blancas que descienden hasta el puerto, el enorme convento, cuyo claustro es hoy mercado.

Ciudadela es, a veces, casi siciliana y otras, alguna de sus calles de bellos palacios nos lleva a rincones toscanos.

El tiempo detenido. " A poc a poc", como dicen ellos.

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