jueves, 19 de enero de 2012

Bilbao

A las diez de la mañana, la ciudad tiene una tímida luz tamizada por la ría. La torre Iberdrola se yergue como el nuevo faro que anuncia la llegada del barco de titanio del museo Guggenheim. La vista del museo desde el otro lado de la ría es espléndida. ¡Qué lejos queda la negrura que lo impregnaba todo! Desde los puentes, se pueden contemplar los eucaliptos del monte y el tranvía que recorre el borde de la ría, ahora limpia.
Las casonas de la Gran Vía, la Biblioteca, la Alhóndiga, hasta llegar al Arenal.
En el museo de Bellas Artes, Antonio López, el pintor mágico de Madrid, nos emociona con sus flores inacabadas.
En la belleza del Guggenheim se concentra todo el esfuerzo de superación de una ciudad.
Bilbao resplandece.

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