sábado, 11 de enero de 2014

Enero



Una  enorme bandada de estorninos casi tapa el tímido sol de invierno. El silencio se llena con sus cantos chillones y por un momento no puedes dejar de observar su acompasado vuelo. Al fin, la mayoría se posa sobre la parte más alta de los desnudos árboles y cesa, momentáneamente, el griterío.

En la terraza, el limonero languidece con estos fríos. Habrá que esperar a la primavera para ver si sobrevive. El romero, en cambio, florece y una vieja petunia blanca de verano aún resiste junto a la pared. Los geranios híbridos, de tallo leñoso- los otros se mueren por la mariposa negra- aguantan bien. En verano dan una flor delicada, redonda como el geranio, pero con pétalos aterciopelados, como los de los pensamientos, que ahora en invierno están espléndidos. Y la menta-nadie se resiste, al pasar a su lado, a coger una hoja para olerla-.También habrá que esperar a la primavera para volver a contemplar la buganvilla que tanto me gusta.

Como un carrito  lleno de piedras que se tambalea me siento a veces.

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