Dar sin esperar nada
a cambio; bueno, o esperar cariño, nunca agradecimiento, reconforta a quien lo
hace. Pero...-siempre hay algún “pero”- muchas veces te encuentras con quien
piensa que das porque no te das cuenta de lo que haces o no
eres consciente de lo que hace el que se aprovecha de tu buena fe. Y
sale el “listillo” de turno, que en lugar de pensar que tú eres bueno, piensa
que eres tonto. Y al final, cuando te hartas de hacer el panoli, y de lanzar
indirectas para ver si el otro se da por aludido, cosa que sortea con habilidad,
quien se siente mal eres tú, porque dejas de hacer lo que para el “listillo” es casi una obligación.
Vida perra ésta en
la que parece que siempre tienes que ir recordando lo obvio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario