A veces, no es muy
frecuente, vas conduciendo por un trayecto muy conocido y, de repente, has
llegado y casi no sabes cómo. Tu cuerpo ha ejecutado los movimientos necesarios
para llegar a destino, pero tu mente ha estado en otro sitio, desconectada de
lo material: Marta y María.
Cuando entras en un
hospital, como enfermo o como acompañante, también el mundo que te rodea
desaparece. Todo se para. Ves colores, ráfagas y vida a tu alrededor, pero eres
como un "diablo cojuelo" de los demás, pero con niebla en los ojos. Estás
en otra dimensión.
Con el dolor no
físico pasa algo parecido. Comes, duermes incluso, preparas cosas para ti o los
demás, pero nubes de agujas se apoderan de tu mente.
El cuerpo sigue en
su esfuerzo de supervivencia. La mente vuela sola.
No cuando es crónico, al final aprendes a vivir con él como telón de fondo hata el punto de engañar a tu mente que pretende ignorarlo y volar sola...
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