"...si quieren que les diga la verdad, me da lo mismo de dónde soy o de dónde son los otros. Me importa dónde estoy bien y con quién estoy, me importa la dignidad humana, la justicia y la paz. De dónde es uno es algo que no se elige."
La sangre de los inocentes Julia Navarro

miércoles, 1 de enero de 2014
jueves, 28 de noviembre de 2013
Tramontana
Las cañas se cimbrean hasta casi
tocar el suelo. Los pocos chopos amarillean o pierden sus hojas en este
invierno adelantado de noviembre. El verde de los olivos, los cipreses y los
pinos se vuelve casi gris y sólo los
barbechos rosas , ocres y rojizos destacan debajo de un cielo claro, sin
sombras de humedad. Quedan algunas manzanas rojas por recoger, pero ya no hay
color en los caminos. Las crestas blancas del mar y el Canigó con las primeras
nieves, en primer plano, casi irreal por lo cercano que aparenta. Las calles,
casi desiertas y los remolinos de las hojas muertas vagando por ellas.
Incomoda la tramontana cuando dura
días y días, aunque limpie todo, hasta los malos humores de la gente . La
leyenda cuenta que vuelve chiflados o genios a quienes la sufren.
Sopla y sopla sin descanso y los
moradores del pueblo apenas salen. Sólo algunos foráneos, conmovidos por la
belleza de lo que ven, se refugian en los pocos bares del pueblo que permanecen
abiertos.
sábado, 23 de noviembre de 2013
25 años en el Bernat Metge
He sido profesora del Bernat
durante 25 años, desde 1986 hasta 2011.
Cuando
llegué aquí, venía de los barracones de S. Adrián de Besós, y antes, del "Satorras"
de Mataró. Nada más entrar, me di cuenta de que había llegado a un sitio
diferente en todo. La primera impresión: los colgados de la puerta del patio,
por donde se entraba entonces ( todavía existía el barrio de La Perona), las voces de la Sra. Paquita, la
conserje, que los tenía a raya, el mural de la pared del profesor de Dibujo,
Enrique, la seriedad de la Sra. Rasclosa, entonces directora, que me recibió.
Todo era un poco contradictorio.
Enseguida
me di cuenta de cuál era una de las enseñas que presidían esta casa: vive y
deja vivir, pero cumple con tu trabajo con rigor y eficacia.
En
efecto, la competencia del profesorado ha sido una de las señas de identidad de
este Centro. Todos nos esforzábamos por estar al día en nuestras materias y ofrecer
lo último a nuestro alumnado. Las charlas en la sala de profesores o a la hora
del café eran verdaderas tertulias de opinión que nos acercaban y nos
enriquecían. A pesar de la diversidad de pareceres, nos respetábamos porque
reconocíamos la sabiduría del otro.
María
era el sentido común, los tacones y las blusas de seda. Isabel, "la
señorita de hogar", el glamour de
las fiestas, la ayuda para cualquier cosa y los bailes de rock con Juanma.
Francesc Prat, la mirada perdida en el cielo ante el desconcierto de las cosas.
Calderón, el distante, en su torre de Castilla del Norte. Mila y sus fríos y
Quima y sus pendientes. "Lo gaiter del Besós" tenía ya un pie fuera y
el halo de emprender un viaje a lo desconocido. Mercè Parés y su espíritu florentino.
Elena Horiuel y su sinceridad que te desarmaba.
¿Quién
no recuerda los tiroleses de Navidad o a Margarita Aguyé transformándose en una
diva en el escenario? ¿ O a Martirio o nuestro baile del cancán? ¿ O a la
Golobardes bailando el sirtaki a toda velocidad? Y tantas cosas más.
Y
Mariona, la sombra del Bernat: todo lo sabe, todo lo mueve, nada se le escapa,
siempre en la penumbra.
Pero
por encima de todo, cuando un alumno te miraba, colgado de tus palabras, te dabas cuenta de que en ese momento se
estaba transmitiendo el conocimiento y la chispa saltaba, abrasando tu interior
como una hoguera, porque todos teníamos la percepción de que nuestro trabajo
era útil, que realmente estábamos contribuyendo a mejorar las condiciones de
vida de nuestro alumnado, que la educación era parte vital de su formación y
que, de alguna manera, aunque modesta, nosotros estábamos propiciando la mejora
de sus vidas.
domingo, 3 de noviembre de 2013
2 de noviembre
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Rubén Darío
Los bordes de los caminos ya no tienen colores; sólo, flores blancas.
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Rubén Darío
Los bordes de los caminos ya no tienen colores; sólo, flores blancas.
jueves, 17 de octubre de 2013
Música
Los olores, como la música, son poderosos evocadores de
situaciones vividas. Son capaces, incluso, de cambiar nuestro estado de ánimo.
Qué placentero oír y volver a oír algunas melodías y más todavía cantarlas. La
música, además, es una terapia contra los pensamientos negativos, no sólo
porque cantar provoca en nuestro cuerpo descarga de endorfinas, sino porque
mientras cantas, sólo piensas en eso; todas las preocupaciones se borran,
aunque sea algo temporal. Y si además te enseñan, mejor. Porque siempre es un placer aprender; y un reto:
nuevas letras, nuevas canciones, a veces en otro idioma, nueva gente…
Similar, en cierta
manera, a cuando te enfrascas en un libro, o cuando esquías, no muy bien, como
yo, y sólo piensas en deslizarte suavemente y no caerte. Vuelves “nuevo” de la montaña.
¡Qué inesperada
caricia recobrada!
viernes, 13 de septiembre de 2013
Jubilación
Cae la tarde más rápida que en días anteriores. Todavía hace calor a mediodía, pero el cambio, inexorable, se acerca y con él, la vuelta al ruedo.
Hace días he sabido de la jubilación forzosa, a los 65 años, de un médico conocido. De la noche a la mañana: le obligan a irse y a dejar de hacer todo, absolutamente todo lo que hacía. Toda su experiencia se va por el desagüe porque nadie quiere aprovecharla. ¡ Qué sociedad tan estúpida!
Qué diferente cuando la jubilación realmente es esperada porque quieres descansar de lo que has hecho, sientes que has cumplido una etapa y que hay otras muchas cosas que hacer. Entonces sí es jubiloso el descanso, el cambio, la nueva manera de vivir con horarios diferentes y sin las urgencias del pasado.
Cuánto bien haría a las nuevas generaciones contar con la experiencia de los mayores, y cuánta sabiduría acumulada desperdiciada.
Hace días he sabido de la jubilación forzosa, a los 65 años, de un médico conocido. De la noche a la mañana: le obligan a irse y a dejar de hacer todo, absolutamente todo lo que hacía. Toda su experiencia se va por el desagüe porque nadie quiere aprovecharla. ¡ Qué sociedad tan estúpida!
Qué diferente cuando la jubilación realmente es esperada porque quieres descansar de lo que has hecho, sientes que has cumplido una etapa y que hay otras muchas cosas que hacer. Entonces sí es jubiloso el descanso, el cambio, la nueva manera de vivir con horarios diferentes y sin las urgencias del pasado.
Cuánto bien haría a las nuevas generaciones contar con la experiencia de los mayores, y cuánta sabiduría acumulada desperdiciada.
miércoles, 4 de septiembre de 2013
Septiembre
Abro de nuevo la rutina con la noticia de otra guerra inminente. Esta vez en Siria. No me gustaría ser Obama; bueno, ni Obama ni cualquier otro poderoso que tuviera que decidir algo así. Además es obvio que ignoramos tantas circunstancias condicionantes, tantos intereses espurios. Es frustrante ver las noticias y más todavía leer entre líneas.
Sigo agarrándome a las cosas pequeñas, al día a día del sol naciente y el atardecer rojo, de la música y del lujo del silencio, del mar que nunca me canso de contemplar y de los ojos que me miran de verdad.
Casi todo lo demás es la rueda del hámster.
Sigo agarrándome a las cosas pequeñas, al día a día del sol naciente y el atardecer rojo, de la música y del lujo del silencio, del mar que nunca me canso de contemplar y de los ojos que me miran de verdad.
Casi todo lo demás es la rueda del hámster.
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