miércoles, 4 de septiembre de 2013

Septiembre

Abro de nuevo la rutina con la noticia de otra guerra inminente. Esta vez en Siria. No me gustaría ser Obama; bueno, ni Obama ni cualquier otro poderoso que tuviera que decidir algo así. Además es obvio que ignoramos tantas circunstancias condicionantes, tantos intereses espurios. Es frustrante ver las noticias y más todavía leer entre líneas.
Sigo agarrándome a las cosas pequeñas, al día a día del sol naciente y el atardecer rojo, de la música y del lujo del silencio, del mar que nunca me canso de contemplar y de los ojos que me miran de verdad.
Casi todo lo demás es la rueda del hámster.

viernes, 26 de julio de 2013

Dolor


"Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
  cantando."
  

                Juan Ramón Jiménez

viernes, 21 de junio de 2013

Atardecer



Cae la tarde, plácida, sobre la llanura del Ampurdán. El Montgrí se estira, abre sus alas protectoras de tótem. Los olivos bailan  hoy con el  leve viento del Sur y los cipreses que protegen los cultivos engordan al sol. Aparecen las primeras pacas desparramadas en las eras y los manzanos crecen día a día con la bonanza tan esperada. El mar, en calma. El cielo, rojo, rosa, verdoso, azul, blanco; al final, casi malva. Las golondrinas -¡qué bien vuelan!- no paran. ¡Qué escandalosas las descaradas gaviotas!

 El relente  me devuelve a la realidad. 

Todavía hay que esperar un buen rato para poder contemplar la noche estrellada.

lunes, 10 de junio de 2013

Dar



Dar sin esperar nada a cambio; bueno, o esperar cariño, nunca agradecimiento, reconforta a quien lo hace. Pero...-siempre hay algún “pero”- muchas veces te encuentras con quien piensa que das porque no te das cuenta de lo que haces  o no  eres consciente de lo que hace el que se aprovecha de tu buena fe. Y sale el “listillo” de turno, que en lugar de pensar que tú eres bueno, piensa que eres tonto. Y al final, cuando te hartas de hacer el panoli, y de lanzar indirectas para ver si el otro se da por aludido, cosa que sortea con habilidad, quien se siente mal eres tú, porque dejas de hacer lo que  para el “listillo” es casi una obligación.
Vida perra ésta en la que parece que siempre tienes que ir recordando lo obvio.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Carranza



Desde el mirador de las cuevas de Pozalagua se ve el valle de Carranza en todo su esplendor, con la sierra de Sia al fondo, aún nevada, en esta primavera más fría de lo habitual. El “bocage” con los prados separados por cancillas de madera, los rebollares, los avellanos, hayedos, eucaliptos, el río Asón y las vacas, algunas todavía pintas, autóctonas, las menos, las ovejas grandes, más que las castellanas, de cabeza negra, parecidas a las irlandesas, quizá de la misma raza. Verde y más verde en todos sus matices. No hay aquí amapolas en los caminos y las gentes del lugar, en los pequeños pueblos, prefieren adornar sus casas con calas blancas o con la elegante bola de nieve, que crece con facilidad. Sólo los brotes nuevos de los jóvenes eucaliptos, rojizos, ponen alguna nota colorida, o de vez en cuando algún pequeño arbusto amarillo. Los árboles inmensos del norte.
A  pocos quilómetros,  el Cantábrico, espléndido. También aquí el verde llega desde sus colinas casi hasta el agua. El mar aquí se oye siempre y la arena compacta y mojada de sus playas bañadas por las olas de la pleamar me trae recuerdos de infancia

domingo, 21 de abril de 2013

Mallorca

El mar inmenso; las nubes, burbujas de azúcar blanco y, de pronto, Formentor, las bahías de Pollença y Alcudia, como un milagro desde el aire: grandioso.
La temperatura suave, la gente, el paisaje son amables. La lengua, al principio con dificultad; poco a poco, reconociendo las variantes de pronunciación.
¡Qué rica la comida! Y qué belleza el casco antiguo de Palma, de noche, sin gente, iluminada la Catedral, la Almudaina, las callejuelas de palacios  con aleros imponentes. Y el bullicio del Borne.
Por casualidad,  al ir a visitarla por dentro, asistimos en la Catedral a una misa de las de antes, de incienso e hisopo, que me hizo recordar las de mi infancia, con mis abuelos, medio mareada de hambre, cuya compensación estaba al final, en los trocitos de pan delicioso que ofrecía cada domingo una familia en una cesta adornada con un paño blanco almidonado, impoluto.
El milagro de la Catedral es la luz que se cuela por el rosetón y va recorriendo la nave central, como algo mágico, entre los cánticos en latín.
Almendros, naranjos, limoneros…por todas partes. El color del mar, azul turquesa, casi imposible: en Sant Elm , en Deià o  en sa Coma.
Rojo, amarillo, blanco, lila: las flores de los caminos, tantas, tan frescas, como plantadas a propósito y no silvestres. Reventando la primavera.
Y la vista panorámica de Cura, con el tiempo parado en su huerto franciscano de lirios silvestres y acanto vicioso.



sábado, 20 de abril de 2013

Cámara lenta

Hay un momento de la vida en que empiezas a lo que yo llamo “recoger frutos” de lo que has sembrado. Si las cosas te han ido medianamente bien, si no se han torcido del todo, puedes volver a tomar un café, ir al cine o hacer un viajecito a cámara lenta. No es que no hayas hecho todo eso hasta ahora, sino que ahora y después de un tiempo siempre con prisas, atrapado en las urgencias de la vida, lo haces con conciencia de que esa nadería es un privilegio y lo disfrutas como estrenando otra vez las cosas, con ojos nuevos.