Cae la tarde,
plácida, sobre la llanura del Ampurdán. El Montgrí se estira, abre sus alas
protectoras de tótem. Los olivos bailan
hoy con el leve viento del Sur y
los cipreses que protegen los cultivos engordan al sol. Aparecen las primeras
pacas desparramadas en las eras y los manzanos crecen día a día con la bonanza
tan esperada. El mar, en calma. El cielo, rojo, rosa, verdoso, azul, blanco; al
final, casi malva. Las golondrinas -¡qué bien vuelan!- no paran. ¡Qué
escandalosas las descaradas gaviotas!
El relente
me devuelve a la realidad.
Todavía hay que
esperar un buen rato para poder contemplar la noche estrellada.